El decreto expropiatorio que realizó Enrique Peña Nieto para construir la autopista Toluca-Naucalpan, concesionada a Grupo Higa, venció, pero la construcción sigue vigente.

Sin embargo, el pueblo otomí de Huitzizilapan pide al gobierno actual la devolución de sus tierras y emprenden una ruta legal.

El documento venció el 29 de mayo de 2019, con el cual expiró el periodo para cumplir con la “utilidad pública” de un decreto expropiatorio que el expresidente Enrique Peña Nieto lanzó en 2014 contra 6-93-87 hectáreas del bosque de Huitzizilapan.

“Ellos dicen que es de utilidad pública, pero nosotros, siendo los dueños, ya no podemos pasar y caminar por estos lugares”, denuncia Abundio Rivera, representante de los habitantes de la zona por usos y costumbres.

Los otomíes de este lugar recolectan todavía hongos y quelites, leña muerta y ocoshal, incluso hacen ceremonias. Ahora, frente a sus lugares tradicionales de paso es construida una vía de cuota de cuatro carriles para la rápida circulación de personas y mercancías entre el Aeropuerto Internacional de Toluca Licenciado Adolfo López Mateos, Interlomas y Santa Fe.

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El trazo de la autopista Toluca-Naucalpan es un rompecabezas, lo acompañan cerros rebanados, minas pétreas y la vista de desarrollos urbanos en medio de una nata de contaminación.

“Por eso vamos a pedir la devolución de estas tierras hacia nuestro núcleo comunal”, anuncia Rivera.

De acuerdo con el Sistema de Autopistas, AeropuertosServicios Conexos y Auxiliares del Estado de México, la obra lleva una inversión de 8 mil 141 millones de pesos y tiene un avance físico de 78%.

Las comunidades de Huitzizilapan y Xochicuautla interpusieron el amparo 1635/2018 ante el Juzgado Cuarto de Distrito del Segundo Circuito. Mediante el amparo obtuvieron una suspensión en diciembre pasado. Según el abogado de la comunidad, la obra debería ser detenida en los tramos de las dos comunidades hasta que exista un fallo definitivo.

Aunado a la derrota del PRI a nivel federal, el vencimiento del decreto abre la posibilidad legal para los pueblos de la montaña, explica el abogado de la comunidad, Hugo Hernández.

El pasado 17 de junio, comuneros, autoridades por usos y costumbres, y otros órganos de representación de Huitzizilapan decidieron pasar a la ofensiva e interponer un inédito recurso legal llamado “solicitud de devolución del territorio” ante el Fideicomiso Fondo Nacional de Fomento Ejidal, cuyo titular es Samuel Peña Garza, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), a cargo de Román Meyer.

“Actualmente, en el foro legal mexicano no existe un procedimiento para reclamar nuestro derecho como comunidad indígena en el proceso de devolución o recuperación de territorio indígena expropiado cuando fenecido el plazo no se cumple con la causa que origina la expropiación”, dice el documento de la solicitud que fue proporcionado a EL UNIVERSAL.

El texto también propone que, para restituir las tierras, debe surgir un proceso sui generis “que nos pueda devolver lo que nunca se nos solicitó”.

El bosque de agua

La autopista Toluca-Naucalpan es un rompecabezas. Su trazo en Naucalpan está acompañado de cerros rebanados, minas pétreas y la vista de desarrollos urbanos. Una nata de contaminación se aprecia a través de los árboles.

El paso de la autopista Toluca-Naucalpan ya está trazado y revestido de cemento en varios tramos boscosos, como el de Huitzizilapan; sin embargo, la empresa ha tenido que aplazar en diversas ocasiones su inauguración.

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Hoy, la maquinaria continúa la obra. Camionetas de construcción van y vienen en el tramo. Portan el escudo de Teya, ligada a Grupo Higa.

En 2014, justo cuando estallaba el escándalo de la Casa Blanca que le regaló a la familia del presidente Peña Nieto el dueño del corporativo Higa, los otomíes de toda la región insistieron en que la constructora favorita del poder peñista también despojaba el territorio de estos pueblos.

El bosque otomí-mexica tiene protección ante el gobierno del Estado de México. Es considerado Santuario del Agua. De 2 mil 800 hectáreas que abarca desde el sur de la capital, rodea la parte poniente por lugares como La Marquesa y Villa del Carbón. Además, ofrece aire y agua a la capital del país, y a la capital del Estado de México, Toluca.

“Una imposición”

La autopista Toluca-Naucalpan, concesionada en 2007 por el gobierno del Estado de México, cruza 34.2 kilómetros de este bosque.

De acuerdo con Abundio Rivera, las asambleas del padrón de comuneros registrados (apenas 900 en una población de 15 mil) aceptaron su paso en sesiones que no cumplieron con las formalidades especiales.

“Fue una imposición con asambleas amañadas. Lo hicieron dividiéndonos, diciendo que iba a llevar progreso y desarrollo”, subraya Rivera.

Esto no bastó. Ante la lucha de los pueblos de la región vino el decreto.

Para el abogado Hernández, las poblaciones de Huitzizilapan son a las que más se les han violado derechos agrarios e indígenas. Los gobiernos estatal y federal priistas nunca consultaron de manera libre, previa, de buena fe, informada y culturalmente adecuada como exigen los convenios firmados por México, como el 169 de la Organización Internacional del Trabajo.

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La maquinaria continúa la obra, por lo que camiones de construcción van y vienen y portan el escudo de Teya, ligada a Grupo Higa.

Los otomíes piensan que la autopista no viene sola. El colectivo Geocomunes publicó la infografía El proyecto de Autopista Toluca-Naucalpan, geografía de un ecocidio, en el que rastrearon los planes sobre este bosque e identificaron una estrategia inmobiliaria llamada Reserva Santa Fe, implantada en el corazón de la montaña.

Los que dan vida

El abogado explica que la exigencia irá más allá: “No sólo se trata de la devolución, sino que se repare el daño de manera integral, a sus derechos, a la salud, las afectaciones sicológica y emocional de 2007 a la fecha”.

Señala que la medida de devolución de la zona les abre la posibilidad de “blindar el territorio a futuro”. Para ello, la comunidad lanzó una campaña llamada #ElBosqueDeVuelta, en la que pedirán el apoyo de intelectuales, artistas y académicos, para la difusión: “Es una manera de dejar un antecedente”, expone el abogado.

Con el canto de los jilgueros de fondo, y frente al paso inundado que dejó la empresa, Rivera bromea: “Como la fauna sabe leer, seguro sabrán que por aquí pueden pasar”.

Resalta que su pueblo ha cuidado por generaciones este lugar y recuerda la crisis de calidad del aire que se vivió y pregunta: “¿Cómo es posible que a los pueblos que cuidamos este bosque nos digan que no hagamos fogatas cuando generan esta destrucción masiva. Somos nosotros los que estamos dando vida al planeta”.

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