Con trazos torpes, su nombre está escrito con tinta de plumón sobre la lápida que sella su cripta: José Guadalupe Cruz Zamora. Hasta ahora es el único identificado de los 322 cuerpos que el gobierno de Jalisco mantenía en un par de cajas frigoríficas de tráiler.

El ramo de rosas que el sábado pasado colgaron de su nicho las autoridades estatales ya no está, se pudre junto con otras flores a un lado del módulo de 250 gavetas en el que ahora descansan sus restos en el panteón Guadalajara, pero las letras de su nombre comienzan a deslavarse con la lluvia constante de los últimos días. El sábado pasado sacaron el cadáver de José Guadalupe Cruz Zamora del tráiler —donde pasó tres meses y 15 días desde que lo localizaron en una fosa clandestina de El Salto— y junto a los cuerpos de otras 19 personas lo llevaron al panteón Guadalajara, a las gavetas que compró el gobierno de Aristóteles Sandoval para intentar resolver la crisis que se desató a nivel internacional por el trato que se le da a cuerpos de personas no identificadas.
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José Guadalupe tenía 37 años, no se sabe cuándo ni por qué murió, pues no hay investigación de su caso; sólo se intuye que fue de forma violenta: “No es posible determinar la causa de muerte debido a la falta de elementos anatómicos”, indica su acta de defunción, donde por un requisito administrativo se estableció que la fecha de su fallecimiento fue el 7 de junio de 2018; día en que sus restos y los de siete personas más fueron rescatados de una fosa clandestina en El Salto.

La irónica casualidad también corre por los hilos de esta historia: el mismo día en que se realizó la autopsia 168/2018 de José Guadalupe —quizá en el mismo momento en que sus restos eran depositados en la caja refrigerada de un tráiler—, Mauro López Armenta, jefe del laboratorio de genética del Instituto de Ciencias Forenses del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, daba una conferencia en un hotel de Guadalajara, por el aniversario del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, donde señalaba una de las más vergonzosas carencias de este país.
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“Es una vergüenza, en mi opinión, que tengamos un país con tantos desaparecidos y todavía no nos podamos poner de acuerdo con el cruce de la información [forense], es vergonzoso decirlo en este foro, pero las verdades no se deben ocultar”.

Según el acta de defunción de José Guadalupe, alguien que no es su familiar, un hombre de 35 años, fue quien lo identificó el domingo 23 de septiembre, un día después de que las autoridades estatales lo dejaron en el cementerio. Para el lunes 24, la encargada de despacho de la Fiscalía, Marisela Gómez Cobos, declararía que tras ser identificado, fue entregado a sus familiares, quienes solicitaron apoyo para poder dejarlo en el nicho que ya ocupaba.

En el panteón Guadalajara varios de los visitantes preguntan por el sitio donde se están inhumando los cuerpos “del tráiler del Semefo”, pero las cintas amarillas que prohíben el paso, los números y las letra pegadas en las lápidas hacen evidente el sitio.
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“Diario están trayendo gente, los meten cuando el panteón está cerrado, luego cierran la cripta con ladrillos, ponen la tapa y lo sellan”, dice uno de los sepultureros.

El plan de las autoridades era llevar cada día al menos 20 cadáveres a los panteones de Guadalajara y El Salto, y que el 15 de octubre ningún cuerpo estuviera en frigorífico, pero hasta ayer sólo habían trasladado 33.

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