Debido a las condiciones climáticas propiciadas por el fenómeno conocido como El Niño, se espera que este año llueva menos de lo usual y sigan aumentando las condiciones favorables para el surgimiento y la propagación de incendios en la zona centro-sur del territorio nacional, y, por consiguiente, se activen más contingencias ambientales en el Valle de México.

El Niño, fenómeno climático y oceánico, causa un aumento anormal de las temperaturas superficiales del mar, como consecuencia del cambio en el movimiento de las corrientes marinas del Pacífico oriental ecuatorial.

Según los modelos climáticos y el pronóstico estacional de lluvias realizado por Christian Domínguez Sarmiento, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, lloverá menos de lo usual en la zona centro-sur del país durante esta temporada, que comenzó este mes de mayo y terminará en noviembre.

El Niño causará sequías en esa parte de México y, por lo tanto, habrá temperaturas más altas, menos humedad en la atmósfera y vientos débiles.

“Estas condiciones atmosféricas harán que haya menos lluvias de las que normalmente hay. Al secarse la atmósfera y el suelo, se darán las condiciones ideales para que más incendios surjan en el país con respecto a años anteriores y se propaguen”, dice la investigadora.

Entre 400 y 500 milímetros

El pronóstico estacional de Domínguez Sarmiento es que, del lado del Atlántico, la zona centro-sur se secará. Sin embargo, del lado del Pacífico, la península de Baja California, Sonora y Sinaloa estarán más expuestos a ciclones tropicales que ocasionarán lluvias sólo en esos puntos del país.

En cuanto a Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí, Veracruz, Campeche, Tabasco y Yucatán, tendrán una alta probabilidad de experimentar sequías.

“En el Valle de México lloverá menos de lo que llovió en años anteriores. El promedio histórico de lluvia acumulada desde mayo hasta noviembre de 1980 a 2010 fue de 700 milímetros por temporada, con días en los que llovía y días en los que no”, indica Domínguez Sarmiento.

Cabe señalar que 700 milímetros equivale a 700 litros por metro cuadrado a lo largo de toda la temporada de lluvias. Este año se espera que la precipitación acumulada en el Valle de México sea de entre 400 y 500 milímetros.

“El déficit de lluvias, que podrá oscilar entre 200 y 300 milímetros, será grande y lo sufriremos todos. La vegetación y el suelo también se verán afectados por la falta de lluvias, es decir, estarán secos. Y estas condiciones atmosféricas secas favorecerán la presencia de más contaminantes en la atmósfera”, apunta la investigadora universitaria.

Salud en riesgo

Algunos contaminantes, como el ozono troposférico (por el cual se activan recurrentemente contingencias ambientales en el Valle de México), son limpiados de la atmósfera por las lluvias.

Otros contaminantes, como las partículas PM2.5 y PM10, también afectan gravemente la salud de las personas. Para removerlas de la atmósfera y hacer que caigan al suelo es necesario que llueva más de cinco horas seguidas.

“Se ha visto que, cuando deja de llover por varias semanas, se activan más contingencias ambientales en el Valle de México. Sin embargo, dependiendo de los niveles de contaminación, una contingencia ambiental puede persistir aunque llueva. Por ejemplo, las lluvias del miércoles 15 y jueves 16 de mayo fueron escasas y de corta duración. Por eso no lograron poner fin a la contingencia ambiental. Sin duda es necesario que llueva mucho durante mucho tiempo.”

La cuenca del Valle de México conforma un sistema. Si no llueve, hay más contaminantes en la atmósfera y esto perjudica la salud de sus habitantes. Y si llueve mucho (más de 40 milímetros en un día), hay inundaciones, el tráfico se desquicia, se detiene el Metro y la urbe colapsa.

“Con todo, es mejor que llueva a que no llueva. Si la precipitación es menor esta temporada, seguramente tendremos más contingencias ambientales”, comenta Domínguez Sarmiento.

Aunque las condiciones atmosféricas sean favorables para el surgimiento y la propagación de incendios, 90% de ellos son originados por los humanos, ya sea mediante quemas agrícolas o un simple descuido.

“Sólo el constante monitoreo satelital, una adecuada cultura ambiental y una comunicación efectiva entre los diferentes niveles de gobierno para echar a andar acciones inmediatas podrán prevenir los incendios y, consecuentemente, la presencia de partículas PM2.5 en la atmósfera”, finaliza la investigadora.

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