El próximo 8 de noviembre se cumplen 500 años del primer encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés. Esta conmemoración —que es recordar colectivamente, diría el historiador Edmundo O´ Gorman— pone de relieve esa censura histórica que refirió Octavio Paz en la que los mexicanos olvidan o niegan periodos de su pasado social.

Uno de esos periodos –dijo Paz–  que han sido tachados, borroneados y enmendados con más furia es el de la Nueva España. Uno de los nombres que se ha querido escribir con tinta invisible es el de Hernán Cortés, iniciador de esos 300 años de Conquista.

En eventos de aniversarios, que culminarán en 2021 al cumplirse cinco siglos de la caída de México-Tenochtitlan, llama la atención la ausencia de este nombre y su figura en el espacio público de la Ciudad de México. No hay para el celoso extremeño, como lo llamó Cervantes, una avenida, colonia o estatua que lo reconozca; sólo una calle.

 

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Plaza principal de la ciudad de Medellín, en España. Atrás se observa el castillo donde la reina Isabel vivió y del lado izquierdo se observa la iglesia donde el conquistador fue bautizado. En la parte de abajo del monumento se lee Méjico, con “j”. Archivo de EL UNIVERSAL.

 

El doctor Javier Rico Moreno, profesor del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, habla con EL UNIVERSAL sobre esta ausencia cortesiana y su significado.

Asegura: “la nomenclatura de la Ciudad de México vinculada a la historia nacional es producto de una política del pasado, en ocasiones silenciosa. Cada gobierno decide qué acontecimientos y personajes conviene fijar en la memoria de los habitantes; los monumentos y la nomenclatura urbana son un instrumento eficaz. 

“En este sentido, esa política del pasado cobra importancia no sólo por las presencias que se quiere mantener, sino también por las ausencias o los destierros (hechos o personajes que no aparecen en la nomenclatura del centro capitalino, sino de la periferia).

“Se aprecia como algo normal que los gobernantes se identifiquen o exalten las figuras de héroes nacionales asociados a la Independencia, la Reforma o la Revolución. Si algún gobernante se identificara o exaltara a algún personaje relacionado con la Conquista, irremediablemente se juzgaría como un acto de traición a la patria. 

“En una política conmemorativa del pasado no tienen cabida los actos dolorosos, las heridas, los ultrajes. Si ya la estatua de Cristóbal Colón ha estado en riesgo, una calle que lleve el nombre de Hernán Cortés se antoja imposible; Octavio Paz lo explicaría de forma contundente: ‘la conquista es una herida que mana sangre todavía’”.

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Grabado que representa el encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma, que según los registros históricos se llevó a cabo el 8 de noviembre de1519. Colección Villasana/Torres.

Isabel la Católica, la reina castellana que patrocinó los viajes de Colón, cuenta con una larga vía en su honor que atraviesa el Centro Histórico de la capital. Paralela a ella están las calles de Motolinía y Gante, en recuerdo a estos primeros franciscanos que evangelizaron a los indígenas.

En honor de Cristóbal Colón existen dos monumentos porfirianos en la alcaldía Cuauhtémoc y una calle en por lo menos cinco colonias de la gran urbe. Los gobernantes mexicas Moctezuma y Cuauhtémoc, contemporáneos de Cortés, son homenajeados en cientos de calles, colonias, escuelas, estatuas y toda clase de comercios.

 

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En el cruce de la Avenida Cuauhtémoc y la calle Romero de Terreros, en la colonia Narvarte Poniente, se observa esta nomenclatura de vías en la cual apreciamos el nombre de Cuauhtémoc, tlatoani azteca cuyo nombre lo lleva también una estación del Metro. Foto: David Pineda Villalpando/Cortesía.

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Nomenclatura del cruce entre la Avenida Isabel la Católica y la calle San Jerónimo, mientras que en la otra imagen se observa otro letrero vial que indica la vía Isabel la Católica y la dirección del Museo del Estanquillo, en el Centro Histórico. Foto: David Pineda Villalpando/Cortesía.

Malitzin o Doña Marina, ese genio de la Conquista, es el nombre de varias calles, acaso la más famosa en el centro de Coyoacán. Los virreyes Bucareli y Revillagigedo también tienen sus calles. Pareciera que sólo don Hernán carece de homenajes públicos.

En 1971, el geógrafo Carlos Morales Díaz elaboró un diccionario llamado ¿Quién es quién en la nomenclatura de la Ciudad de México?

En el apartado “Hernán Cortés” registraron tres calles con este nombre: una en Xochimilco, otra en la colonia Tlacopac y una más en Lomas de Virreyes. A la fecha sólo se conserva la de la última. Es una arteria breve que inicia en Corregidores y termina en Boulevard de Virreyes en la zona de Las Lomas de Chapultepec de la capital. 

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Entre Boulevard de Virreyes y Corregidores está la calle Hernán Cortés de corta extensión. Foto: David Pineda Villalpando/Cortesía

Al preguntarle qué trascendencia tiene la falta de una avenida Hernán Cortés, Rico Moreno afirma que “la ausencia del nombre de Hernán Cortés en la nomenclatura de la Ciudad de México es relevante por lo que expresa: la tendencia a seguir negando parte de nuestro pasado y, por tanto, la negación de una parte de nosotros mismos.

“Sostener el carácter violento de la Conquista no debiera implicar la negación de los tres siglos durante los cuales se fue gestando parte importante de la identidad cultural”, dice.

En la esquina de República del Salvador y Pino Suárez, en el Centro Histórico, se encuentra un mural de mosaico que recuerda el encuentro entre Cortés y Moctezuma, que tuvo lugar, supuestamente, en ese mismo sitio el 8 de noviembre de 1519.

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Mural en la esquina de las calles República del Salvador y Pino Suárez, en el Centro Histórico, donde supuestamente se llevó a cabo el encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés, el ocho de noviembre de 1519. Se trata de una réplica en talavera de la pintura de Juan Correa. Crédito: Mauricio M. Castillo.

La obra es una réplica en talavera de la pintura del novohispano Juan Correa.  Esta es la única representación de Cortés en una avenida en la Ciudad que él refundó, en el mismo espacio en que estuvo Tenochtitlan. 

En el parque Xicoténcatl, cerca del Museo de las Intervenciones, en Coyoacán,  hay un conjunto de cuatro figuras: un hombre vestido a la usanza del siglo XVI, un  león, una mujer indígena y un águila junto a ella. No hay ninguna placa del autor o qué representa el conjunto. La voz popular dice que son Cortés y Doña Marina. Lo cierto es que en este lugar  no hay referencia al respecto.

Es un hecho que el nombre mismo del conquistador extremeño levanta ámpula. La polémica se reaviva durante las conmemoraciones.

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En el parque Xicoténcatl, cerca del Museo de las Intervenciones, hay un conjunto de estatuas es un hombre vestido a la usanza del siglo XVIII, una mujer indígena y un enorme león. La voz popular indica que es la representación de Hernán Cortés y Doña Marina; sin embargo, no hay una placa que lo indique. Foto: Mauricio M. Castillo/Cortesía.

En marzo pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador puso el tema sobre la mesa al enviar una carta al Rey de España, Felipe VI, para que éste pidiera disculpas a México.

Esto se suma a la constante alusión del mandatario a la historia como un tema  de buenos contra malos. Al respecto Javier Rico sostiene: “La visión maniquea está presente en toda política del pasado, y todos los gobiernos ponen en práctica una política del pasado para legitimar el poder.

“Se establece también una continuidad entre los villanos del pasado y los del presente, añade el doctor en historia de la UNAM: porfiristas, neoliberales, conservadores y esa especie de aristocracia con privilegios que se designa con el impreciso (pero, eficaz por efectista) vocablo fifí.

“Lo que está en juego no sólo es el estigma y la descalificación de los adversarios políticos, sino también una polarización de la sociedad que haría difícil dialogar  y convivir”.

Si Cortés no goza de un monumento en bronce o granito, sí lo tiene en las letras. En 1992, José Luis Martínez, uno de los intelectuales más importantes de México, publicó en el Fondo de Cultura Económica la  biografía de este personaje en su obra Hernán Cortés.

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Portada del libro Hernán Cortés de Jose Luis Martínez. Editorial Fondo de Cultura Económica.

El libro es considerado por muchos el mejor trabajo hecho sobre el conquistador. Su lectura es oportuna en estos tiempos. En las últimas páginas escribe Martínez: “Acaso alguna vez consigamos librarlo [a Cortés] de las ideologías y estudiarlo con la cruel objetividad de la historia, para descubrir con luces y sombras una personalidad excepcional. Ignorar o mutilar la historia no la cambia”.

La imagen principal es la plaza de Trujillo en España, donde se erige la estatua de Hernán Cortés, un día común de mercado en medio de los comerciantes de la localidad. Archivo/EL UNIVERSAL. La foto comparativa antigua es un grabado que hace alusión al encuentro de Hernán Cortés con Moctezuma en noviembre de 1519 de la Colección Villasana/Torres.

Fuentes:
Entrevista con el doctor Javier Rico Moreno, profesor del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Morales Díaz, Carlos. Quién es quién en la nomenclatura de la Ciudad de México.
Martínez, José Luis. Hernán Cortés. Editorial Fondo de Cultura Económica.
Paz Octavio, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe.

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