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A inicios de los 90, la televisión mexicana llevaba más de dos décadas dominada por el contenido de una empresa: Televisa. Eso cambió cuando el 2 de agosto de 1993 la señal de Televisión Azteca entró al aire.
La televisora, propiedad de Ricardo Salinas Pliego, un empresario dedicado a la venta de artículos del hogar a través de sus tiendas, llegó con una propuesta que competiría con el monopolio de Emilio Azcárraga Milmo.
La estrategia que la nueva empresa tenía no era fácil de llevar a cabo. Por ello reunió a un equipo de personalidades de distintos campos de la comunicación, a quienes encargó la tarea de dar contenido distinto al que hacía San Ángel.
Jorge Garralda, Epigmenio Ibarra, José Ramón Fernández, Pati Chapoy y Javier Alatorre fueron los asignados para mostrar nuevo contenido al espectador.
“Con la llegada de Azteca se abría la posibilidad de hablar de temas que nos competen y tienen que ver con los dolores que sufre este país y demostrar con hechos que la televisión no sólo es un pozo para escapar de la realidad, sino una manera de transformar la realidad”, expresa Epigmenio Ibarra.
Tras un cuarto del siglo al aire, personajes, personalidades y administraciones van y vienen, incluso, pilares de la empresa expresaron a EL UNIVERSAL que la nueva dirección ha tenido que cambiar el rumbo de Azteca con el fin de seguir en el gusto del público.
Durante los primeros años se creía que Azteca trataba de emular a Televisa, sin embargo, Jorge Garralda aclara que ha sido al revés y que ahora los proyectos que hace Azteca son emulados —pero no igualados— por su competencia.
“Con la llegada de Azteca viene una transformación de la tv, se experimentó con shows que hoy son clásicos como A quien corresponda o Ventaneando, que fue una apuesta televisiva que le dio en la torre a todos los programas de espectáculos. Los deportes antes de Azteca eran solemnes, serios, y de repente hoy la manera en la que se hacen aquí es como la emulan los otros. En los noticieros pasó igual, la gente de la política sólo le daba espacio al micrófono de siempre y aquí se tuvo que empezar a ganar esos espacios”, explica Garralda.
En los años que lleva al aire esta señal no todo han sido éxitos, Garralda admite que han tomado malas decisiones, pero les han servido para saber qué es lo que no sirve. Eso ha hecho que desde que en 2015 Benjamín Salinas Sada tomó la dirección del canal, se hicieran algunos cambios importantes.
“Azteca se empezó a acercar a la gente y, aunque hay programas clásicos, hubo otros que no funcionaron; seguimos probando, experimentando y proponiendo. Azteca se ha dado a la tarea de escuchar a su público y saber qué es lo que les gusta y qué no, eso ha hecho que la televisora constantemente esté en transformación”.
Desde la última década, con el boom del Internet, de las plataformas digitales y las redes sociales, se creía que la tv tradicional eventualmente desaparecería, algo que Garralda no cree que suceda, pues afirma que los medios de comunicación que se quieran quedar necesitan transformarse y adaptarse.
“Benjamín Salinas maneja una estrategia en la que escucha a la gente y lo que quiere, el ejemplo es Exatlón, que se convirtió en un éxito no por casualidad, fue un éxito porque se hizo pensando en que lo fuera. La gente se quiere emocionar con un héroe que no conoce, que lo ve luchando por un medalla, por un logro. Tan exitoso fue que me atrevo a decir que, al igual que con otros proyectos en la historia de la televisora, se ha copiado en otros lados con otros nombres”.
En los últimos tres años la empresa dio un giro a los reality shows. ¿Por qué? Garralda dijo que se debe a que eso pide el público.
“Se ha dado prioridad a los realities porque eso es lo que se pide y la empresa se ha dado cuenta que, si quiere seguir en el negocio, tienen que poner atención en ello”.