Mucho antes de la fundación oficial de San Luis Potosí, ya circulaban relatos que estremecían a los habitantes del antiguo barrio de Tlaxcala. Entre ellos, destaca la figura de una mujer huachichil conocida como la , símbolo de rebeldía, resistencia indígena y, para algunos, de misticismo puro.

Esta historia, que ha perdurado por más de cuatro siglos, no solo forma parte del folclor potosino, sino que también está documentada en los archivos históricos de 1599, lo que la convierte en una de las leyendas más inquietantes del México virreinal.

Foto: Wikipedia.
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El levantamiento del 18 de julio de 1599


En pleno verano de 1599, los habitantes del —integrado por tlaxcaltecas e indios huachichiles— presenciaron un suceso sin precedentes. La mañana del domingo 18 de julio, una anciana con fama de logró convencer a decenas de indígenas de no acudir a misa y, en cambio, atacar los templos de Tlaxcala y Santiago.

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La mujer —que no estaba bautizada ni registrada oficialmente, y de quien no se conoce nombre alguno— irrumpió con violencia en las iglesias: “ella prorrumpió en los templos de Tlaxcala y de Santiago dando palos, golpeando, derribando las bancas, las imágenes religiosas y amenazando incluso al sacerdote”, relata el historiador Josué David “Joda” Mejía.

Convocó a grupos indígenas de diversas zonas como Mexquitic, Moctezuma y Bocas de Maticoya. Su mensaje era claro: expulsar o exterminar a los “vestidos”, como llamaba a los españoles y recuperar la dignidad del pueblo huachichil.

Foto: Especial
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Magia, peyote y promesas de inmortalidad


La influencia de la Bruja Tlaxcalilla iba más allá de lo político. Según testigos de la época, su poder era tal que le permitía la resurrección de los muertos, la inmortalidad en batalla y aseguraba tener el poder de transformar a los hombres en coyotes. Su conocimiento sobre plantas como el peyote, rituales ancestrales y le valieron una reputación de temida líder espiritual.

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Fray Marcos Rodríguez, testigo del levantamiento, declaró que “todos los vecinos se asustaron y sintieron pánico, excepto el capitán Fuenmayor”. El capitán Gabriel Ortiz de Fuenmayor, máxima autoridad del momento, fue quien la capturó “tomándola de los cabellos y llevándola por todo el camino real”, actual avenida Ponciano Arriaga.

Foto: Gemini IA
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El juicio, la horca y el misterio del cuerpo


El juicio fue rápido. Se le acusó de incitar a la rebelión, profanar iglesias y asesinar a un niño llamado Agustín. También se le atribuyeron prácticas de hechicería y manipulación colectiva. Aunque su defensor, Juan López Paniagua, intentó argumentar que actuó bajo los efectos del alcohol, sus propias declaraciones, como “tener el poder de levantar a los muertos”, reforzaron la idea de que no estaba en su sano juicio.

La sentencia fue contundente: muerte por ahorcamiento. Sin embargo, lo ocurrido después se convirtió en uno de los episodios más enigmáticos del pasado virreinal.

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Según cuenta la leyenda, “por más que estiraban y por más que jalaban sus piernas, la mujer no moría”. Tres horas colgando de la horca y su cuerpo seguía resistiendo. Finalmente quedó inerte, pero no por mucho tiempo.

Una indígena que fue a recoger agua narró que “se desprendió de ella una especie de serpiente del desierto que se desenrosca por el cuerpo, cae pesadamente al suelo, se arrastra y se esconde en una madriguera”, explicó Mejía. Al regresar con las autoridades, el cuerpo había desaparecido, dejando solo la soga balanceándose al viento.

Entre el mito y el archivo histórico

Aunque muchas partes de la historia parecen pertenecer al mundo de la fantasía, el juicio de la Bruja Tlaxcalilla está documentado en el Archivo Histórico del Estado. “El juicio y todo lo que tiene que ver con la historia legítima de la llamada bruja huachichil se encuentra resguardo del archivo histórico”, afirma Josué David Mejía.

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Para algunos, su figura representa la lucha contra la colonización, un símbolo de resistencia y autonomía indígena. “Las visiones de la bruja articulan un mensaje que evocaba la tradición guerrera indígena y la advertencia sobre la desaparición de su pueblo huachichil”, destaca Mejía. Para otros, solo fue “una simple mujer borracha, alborotadora y mucho más”.

Foto: Jazmín Ramírez EL UNIVERSAL
Foto: Jazmín Ramírez EL UNIVERSAL

Su legado en el Barrio de Tlaxcala

Hoy, el recuerdo de la Bruja Tlaxcalilla permanece vivo en el atrio de la iglesia del barrio y en las letras monumentales que adornan sus calles. Su historia sigue siendo contada, año tras año, como parte del patrimonio cultural intangible de .

¿Bruja, guerrera o mártir? La figura de la Bruja Tlaxcalilla encarna la complejidad del pasado mexicano, donde la línea entre historia y mito se disuelve para dar paso a la memoria colectiva. Lo cierto es que su voz, su rebeldía y su leyenda no han sido olvidadas. Y tal vez, como dicen algunos, aún se escucha en las noches, entre los manantiales y las sombras del viejo camino real.

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