A sus 18 años, la relación que Verónica “N” mantuvo durante más de año y medio con un hombre de 34 años le costó un trabajo, celos, encierros, violencia sexual y psicológica. Aún padece las secuelas.

Le emocionaba el esfuerzo que él realizaba para comprenderla y ajustarse a su ritmo de vida, sin darse cuenta que en ese proceso estaba siendo violentada.

“Él siempre me invadía, se hizo amigo de todos mis amigos para poder aparecerse en todos mis eventos sociales, nunca me dejaba estar sola con mis amigos, aunque yo se lo pidiera”, cuenta.

Nueve años después reconoce que padeció escenas de celos disimuladas; ella lo toleraba porque no entendía que eso era violencia.

“Marcaba su territorio de manera discreta, si yo estaba hablando con otro hombre, él llegaba y me abrazaba, con el tiempo empeoró”, relata.

“Una vez yo tenía una cita de trabajo y desconfiaba tanto de mí que se apareció en medio de la cita y armó un escándalo, por su culpa perdí el empleo, obviamente”, recuerda la mujer.

Explicó que lo que más vivió en su relación fue violencia psicológica, puesto que ella vivía sola y él aprovechaba para quitarle las llaves y mantenerla encerrada sin tener contacto con nadie.

Las agresiones llegaron al grado físico sólo una vez, misma que le bastó para terminar con su relación.

“Una noche discutimos porque quise terminar, me golpeó en la cara y cuando se calmó me juró que nunca más iba a pasar, que iba a ser bueno conmigo y que todo iba a cambiar. Ese día me quedé a dormir con él, más por miedo que por amor”, declara la mujer.

“En la mañana, cuando me desperté, él se había ido a trabajar más temprano que otras veces y se llevó todas las llaves, puso todos los cerrojos, desconectó el teléfono y se llevó mi celular”, recuerda.

Cuando su novio regresó, Verónica le reclamó y una nueva discusión surgió porque ella quiso terminar la relación.

“Cuando la discusión se calmó un poco me forzó a tener relaciones sexuales con él, me rompió el cuerpo y el alma”.

“Me lastimó física y emocionalmente”. “Esa noche me volví a quedar ahí, pero ni siquiera pude dormir. Me lastimó emocional y físicamente. Incluso hoy sigo padeciendo las lesiones que me dejó y debo estar en continuo tratamiento ginecológico”, declaró la mujer.

“Muy temprano tomé las llaves y me fui, supuse que le quedaba claro que no quería nada más, pero luego él me acosaba constantemente por teléfono y aseguraba que yo aún era su pareja”, relata.

Al contar su historia, Verónica afirma no sentir tristeza, sino enojo por todo lo que vivió, nunca denunció por miedo, debido a que después de que terminaron él siguió buscándola.

Reconoce que hace ocho años ella no sabía que podía proceder legalmente en contra de él y que también eso la hizo sentirse desprotegida y dejar a un lado la idea de denunciar a su agresor.

“Mi familia y amigos me apoyaron”. “Varias veces se presentó en mi trabajo o en la escuela para hacerme escándalos, hasta que mis amigos y familia intervinieron. Pasaron varios años y aunque él tenía otra pareja, y hasta hijos, me seguía buscando”, cuenta Verónica.

“Todavía, hace un año me buscó en Facebook y me mandó solicitud de amistad... ¿No sabe el daño que me hizo?”, cuestionó. Actualmente, Verónica se dedica a la fotografía y afirmó que no ha vuelto a ver a su ex novio; sin embargo, aún le angustia la idea de encontrar su rostro entre la gente y que la vuelva a exhibir con otra escena de celos.

Asegura que con toda la información que ha recibido y las terapias a las que ha acudido hoy se siente lo suficientemente empoderada para no permitir una agresión más de su ex novio.

“Hoy sé que legalmente sí hay consecuencias y aunque no quisiera volver a encontrarlo y estar en una situación así, de ser el caso, no dudaría un segundo en pedir ayuda y denunciar”, afirma la mujer.

“Ya una vez le dije que iría a contarle a su esposa que no me ha dejado en paz, ahora menos me tentaría el corazón para ir con la policía”, señala.

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