Bastaron unos segundos para convertir los momentos en algo inolvidable, así como tan solo 90 minutos –y algunos agregados– para recordarnos que el futbol también es un deporte impredecible además de ser una actividad colectiva. El balompié selló su máxima celebración con la vencedora entonación de La Marsellesa.

El cuento llegó a su fin. Una misma historia traducida en varios idiomas para cortejar a cuanta oreja y vista fuera posible, aunque las sensaciones que tiene su final son distintas para cada sujeto. En mi caso creo que el juego ha sido narrado con justicia, incluso la parte donde los mexicanos fueron eliminados por enésima ocasión en los octavos de final.

Héroes, villanos, hazañas y doncellas formaron parte del relato tecnológico más rentable del planeta. Una vez más la estadística de afectividad ha superado las estimaciones que la FIFA contemplaba para esta edición mundialista. No le vienen mal unos miles de espectadores extra en la cartera.

La anécdota fue analizada en México por ESPN y Fox Sports, pero fue transmitida por TV Azteca, Televisa, TDN y Sky Sports. Ya sé que en los canales donde se proyectaron los partidos también había programas de debate, sin embargo su calidad no estuvo a la altura de los acontecimientos en cada cotejo.

Hay personas que saben narrar, otras que pueden examinar cada detalle de los enfrentamientos y unas últimas que ni una ni otra. Por eso hago la distinción entre los que tuvieron los derechos para transmitir los juegos y los que únicamente los profundizaban.

Es de amplio conocimiento que en ciertas partidos mundialistas los del Ajusco recibieron reclamos de la gente al no ver o escuchar los comentarios, no obstante la razón por la que sucedió eso tal vez nunca la sepamos, pero lo que no se escapa es la suposición de por qué era el único canal, en toda la barra programática, que no se reproducía como normalmente se hace.

A pesar de lo mencionado, la televisora volvió a ver los frutos de la elocuencia que caracteriza al equipo de trabajo que participa durante los partidos. En contraste, no ocurrió lo mismo con su oferta diurna que dejó muchísimo que desear. El cambio de canal era un acto obligatorio en el silbatazo final de la partida en turno.

Lo de la producción de Televisa podrá ser de gustos, pero su inversión en talento humano no construyó una ventaja verdadera con respecto a su eterno rival, ni ante la oferta especializada de los canales con enfoque puramente deportivo: ESPN y Fox Sports.

Estos dos últimos orientaron sus esfuerzos a la perspectiva cultural, histórica, deportiva y de entretenimiento que ofrecía el país sede. Con gran esmero supieron producir contenido en estas cuatro aristas para obtener la atención de la audiencia antes y después de los cotejos. Una buena orientación de las energías con afinada lectura sobre lo que consume el público.

Y de la comedia, ni que decir de ella. Hace muchos años que no se crea una atmósfera insólita e innovadora para entretener a los dictadores del control remoto pues han preferido, con justa razón, trasladarse a los dispositivos móviles para encontrar una risa o de perdido una mueca de diversión.

Como quiera que sea el mundial terminó y me tocó verlo por televisión. No sé como será dentro de cuatro años la transmisión o las coberturas para Qatar, puede que exista más tecnología, más desarrollo y más oferta televisiva, no lo sé. Pero lo que sí tengo claro es que las personas nos hemos vuelto más exigentes en cuanto a la calidad que queremos ver en un evento de ese tipo.

Por ahora todo ha pasado a ser fotografías y video. El mismo destino al que todas las justas son sometidas. Con el transcurso de los días es el precio que se paga por un goce tan alto, una complacencia que tiene memoria asistida por cámaras.

Es llamativo que la cifra de goles en Rusia fue de 169 en todo el torneo, el mismo número de días que faltaban ayer para que terminara el año, un dato que podría pecar de irrelevante a nivel estadístico. Creo que es más lo curioso que representa la cifra ante el ser humano que el número mismo y supongo que sucede lo mismo con el mundial.

Simboliza más cosas que el futbol en solitario. Hay quienes lo saben aprovechar en la pantalla y hay otros tantos que, más allá de hacer el ridículo, deciden sumirse en lo absurdo de las producciones y en el menosprecio de su auditorio. La televisión de ayer solo hablaba, con la televisión de hoy puedes hablar.

Aldo Casas.

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