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El peyote, Lophophora williamsii, es una cactácea sin espinas, de color verde azulado, que crece principalmente en las regiones áridas del norte de México, entre las que destacan; Guanajuato, Aguascalientes, Coahuila, Durango, Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas y San Luis Potosí, y el sur de Texas. Esta planta ha sido considerada sagrada por distintos pueblos indígenas de México, como los huicholes o wixárikas, tarahumaras y coras, quienes la han utilizado durante miles de años con fines rituales, curativos y visionarios.
Estudios arqueológicos ubicados en el estado de Colima indican que el peyote se usaba desde hace más de 2 mil años, aunque algunos especialistas estiman que su uso se remonta a más de 7 mil años.
En las culturas indígenas, esta planta es vista como un puente hacia lo espiritual pues permite curar enfermedades, fortalecer la mente, predecir el futuro y purificar el alma.

De lo sagrado a lo prohibido
Durante la época colonial, el uso del peyote fue duramente condenado por la Iglesia. En 1620, la Inquisición lo declaró oficialmente un elemento satánico, prohibiendo su uso bajo pena de castigo.
A pesar de ello, algunos grupos indígenas continuaron practicando sus ceremonias en secreto, muchas veces mezclando el catolicismo con el “peyotismo”, en rituales sincréticos que sobreviven hasta la actualidad.
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Gracias a cronistas como Fray Bernardino de Sahagún y al médico Francisco Hernández de Toledo, parte del conocimiento indígena sobre esta planta pudo ser preservado, a pesar del intento sistemático de erradicarlo.

Propiedades y usos del peyote
El principal compuesto activo del peyote es la mescalina, un alcaloide alucinógeno que actúa sobre el sistema nervioso central y genera intensas visiones, alteraciones sensoriales y estados de conciencia profundos. Esta sustancia ha sido objeto de numerosos estudios en psiquiatría y farmacología, especialmente por su potencial para tratar trastornos mentales como la depresión o la esquizofrenia.
En las comunidades indígenas, el peyote es utilizado como medicina natural para tratar dolencias como reumatismo, fiebre, mordeduras de animales y dolores musculares. Aunque también se emplea como protección espiritual o para bendecir cosechas.
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Wirikuta: el corazón espiritual del peyote
Cada año, miles de indígenas huicholes realizan una peregrinación a Wirikuta, en el desierto de San Luis Potosí. Para ellos, este territorio no sólo es el lugar donde crece el hikuri o peyote, sino el "centro del mundo", un sitio sagrado donde se conecta con los ancestros y con las fuerzas de la naturaleza.
La ruta sagrada, nombrada recientemente como Patrimonio Mundial por la UNESCO, implica varios días de caminata, rituales de purificación, confesiones públicas, ofrendas con alimentos, velas y agua en sitios ancestrales. Durante la ceremonia final, los participantes consumen pequeñas dosis de peyote para bendecir sus cosechas y renovar el equilibrio espiritual de su comunidad.

La Ruta del Peyote en Matehuala: turismo, cultura y respeto
Inspirada en esta conexión espiritual, en el municipio de Matehuala, San Luis Potosí, se celebra cada año la Ruta del Peyote, uno de los eventos bikers más grandes de México. Esta ruta, que en 2025 cumplió 22 ediciones, se llevó a cabo del 15 al 18 de mayo y se calcula que reunió a entre cinco mil y seis mil motociclistas de todo el país y del extranjero.
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A diferencia del peregrinaje huichol, este evento tiene un enfoque turístico y cultural. Sin embargo, conserva el simbolismo del peyote como elemento central, buscando honrar su valor histórico, ecológico y espiritual. El evento combinó actividades al aire libre, rutas escénicas por el altiplano potosino, presentaciones culturales, la convivencia entre viajeros, motociclistas y comunidades locales.
El presidente municipal de Matehuala ha destacado que esta ruta fortalece la identidad regional y dinamiza la economía local, generando una importante derrama económica y una ocupación hotelera del 100%.

Entre la espiritualidad y la conservación
La creciente popularidad del peyote, tanto por su mística como por su efecto psicoactivo, ha puesto en riesgo a esta especie. La sobreexplotación de la planta, el turismo irresponsable y la expansión agrícola han disminuido drásticamente sus poblaciones en regiones como Real de Catorce. Por ello, el peyote se encuentra actualmente bajo protección especial según la norma ecológica mexicana NOM-059-SEMARNAT.
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Hoy más que nunca, es fundamental fomentar un turismo consciente que respete las tradiciones indígenas y los ecosistemas en los que esta planta crece. La Ruta del Peyote representa una oportunidad para hacerlo: no como una vía para el consumo, sino como un camino para el entendimiento, la conexión cultural y la protección del patrimonio natural y espiritual de México.
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