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En el corazón de San Luis Potosí, entre incienso, rebozos y rezos que rompen el silencio de la tarde del Viernes Santo, camina Nuestro Padre Jesús del Silencio.
Lo acompañan los pasos firmes y solemnes de la Cofradía de la Santa Cruz y nuestro padre Jesús del silencio.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Reina Guadel unuialupe Urías, presidenta de la cofradía desde hace más de dos décadas, recordó cómo esta agrupación nació durante la procesión de 1965.
“Ese año comenzamos a salir con Nuestro Padre Jesús del Silencio, sin embargo fue hasta 1967 cuando nos reconocieron oficialmente como cofradía, y desde entonces no hemos dejado de participar”, compartió.
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Explicó que en sus inicios la cofradía caminaba junto a los salesianos, pero con el tiempo se integró a la parroquia de la Santa Cruz, adoptando sus colores, sus símbolos y fortaleciendo su identidad.
"La imagen que se lleva en procesión es una escultura impresionante de Nuestro Padre Jesús del Silencio, junto con una cruz barroca, que es obra del escultor potosino Rafael Pérez", subrayó.
Pero más allá de su belleza, tiene algo especial.
“Es una imagen que parece tener vida”, afirmó Reina.
“Cuando lo limpiamos, lo desempolvamos, cuando le ponemos la flor y lo preparamos para salir, se siente como si se enojara, como si estuviera inconforme. Pero ya cuando va caminando por las calles y avanza la tarde del Viernes Santo, como que se calma, como que se pone contento, hasta se le ven chapas en la cara", narró.
Actualmente, la cofradía está formada por alrededor de 100 personas.
La presidenta de la cofradía también indicó que los cofrades portan un hábito color gris cemento, capa y cíngulo rojo, colores propios de la parroquia, las damas de rebozo, en señal de luto, visten con un vestido color negro con un rebozo rojo que simboliza la sangre de Cristo, los niños llevan un hábito gris con capa esclavinada, cíngulo rojo y huaraches cafés, mientras que los costaleros visten de negro.
Todos portan en el pecho la cruz de Jerusalén.
Reina Guadalupe, explicó que Luis Sandoval, fue el fundador de la cofradía.
“Cuando él se retiró, siguió su hijo al frente y luego me quedé yo y ya llevo 26 años como presidenta, no me siento ni más ni menos que nadie. Aquí todos estamos en igualdad de circunstancias, yo sirvo a la comunidad con gusto, con vocación, por qué es algo que hago por amor a la Virgen y por agradecimiento”, aseguró.
Y ese agradecimiento no es menor. Reina confiesa que ha pasado por problemas de salud, y ha encontrado consuelo en la oración.
“Siempre le agradezco a la Virgen por mi familia, por mis hijos, por mis padres, simplemente por amanecer cada día. Cuando he tenido dificultades, me encomiendo y salgo adelante. Por eso sigo aquí, al pie del cañón con la procesión”.
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La Cofradía de la Santa Cruz también es semillero de nuevas generaciones.
“Tenemos niños que comenzaron a venir con sus papás cuando tenían siete u ocho años, hoy siguen viniendo, ya con sus propios hijos. Eso me llena de esperanza, porque quiere decir que la fe no se ha perdido y la verdad me encanta recibir gente joven, ver cómo crecen, cómo siguen con la tradición, sobre todo por qué es algo que se transmite en familia”, comentó.
Cabe destacar que esta manifestación cultural inmaterial se enmarca dentro del Vía Crucis y los misterios dolorosos del Rosario.
En cada año, en cada procesión, en cada generación que se suma, la Cofradía de la Santa Cruz no solo mantiene viva una tradición: la hace caminar con fe, como si su imagen realmente respirara.