El afilador de cuchillos es uno de los oficios más representativos del siglo pasado en México. Si bien, poco a poco ha disminuido el avistamiento de los afiladores por las calles de San Luis Potosí, aún quedan algunos pocos que perpetúan el oficio y, a través de él, se ganan el pan de cada día.

En entrevista para EL UNIVERSAL San Luis Potosí, Don Andrés, uno de los últimos afiladores de la capital potosina, contó que lleva más de 30 años en el negocio. Todo empezó cuando, al buscar trabajo, se dio cuenta de que en las empresas pedían mucho papeleo, por lo cual decidió aprender un oficio para ganarse la vida de forma honrada y de una manera en la que se sintiera cómodo.

Foto: Cortesía / Alan Martínez
Foto: Cortesía / Alan Martínez

Al viajar a Ciudad de México a trabajar en una obra, se percató del oficio de los afiladores, quienes en grandes bicicletas recorrían la ciudad en busca de cuchillos y tijeras para afilar, anunciándose con el característico silbato que abre a su paso. Al regresar a San Luis Potosí, decidió adentrarse a este oficio.

Para esto, tomó una vieja bicicleta y, con ayuda de un amigo soldador, adecuó el medio de transporte para convertirlo en una afiladora rodante. De esta manera, poco a poco fue dándose a conocer entre las casas, colonias y restaurantes de la ciudad, por lo que fue manteniendo una clientela constante con la que se mantiene hasta el día de hoy.

El afilador de cuchillos se caracteriza por dos grandes elementos: su bicicleta equipada y el silbato con el que anuncia su llegada.

La bicicleta cuenta en la rueda trasera con un tipo tripié que, cuando se va andando queda hacia arriba, pero, cuando se detiene la bicicleta y el afilador requiere afilar, mueve el tripié hacia abajo, lo cual hace que la llanta trasera se quede inmóvil y sin tocar el suelo.

Foto: Cortesía / Alan Martínez
Foto: Cortesía / Alan Martínez

Tras esta acción, coloca una banda en la llanta trasera, la cual, también coloca en la rueda de afilar. De esta manera, al pedalear, la pequeña rueda comienza a rodar rápidamente. La fricción de colocar un cuchillo o tijeras en la afiladora causa el efecto deseado.

El otro elemento característico de los afiladores es su flauta, conocida también como flauta de pan. Don Andrés, comentó que debe tratar con extremo cuidado este instrumento ya que ya no pueden encontrarse de estos actualmente en el mercado.

Foto: Cortesía / Alan Martínez
Foto: Cortesía / Alan Martínez

Por último, cabe destacar la importancia de este oficio: el pagar por los servicios del afilador no solamente trae beneficios económicos y ecológicos para el cliente, puesto que reduce el consumo de productos en el mercado, sino que se mantiene viva la tradición de uno de los oficios más representativos de las calles de todo el país.


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